Uno de los grandes temas del psicoanálisis y de la humanidad ha sido siempre la cuestión de la muerte. Los pueblos primitivos y las comunidades religiosas gracias al pensamiento mágico encontraron una salida para sortear la angustia ante la muerte, renegándola a través de la creencia en una vida más allá del fin biológico individual. Este procedimiento prestaba su utilidad no sólo como defensa frente a la angustia sino también como ideal de purificación espiritual que exigía ritos y cultos en relación a la muerte, como por ejemplo, la exaltación del heroísmo y el respeto por las leyes y tradiciones sociales, si se quería alcanzar una vida más "elevada" en el más allá.
En el hombre contemporáneo la muerte está poco presente como representación —cualquiera sea la forma imaginaria con que se la revista— en cambio está muy presente como realidad que impregna todos sus actos: destrucción del medio ambiente, adicciones, violencia en múltiples modalidades, prostitución infantil, tráfico de armas, guerras, hambre y pobreza. Sin embargo, aun hoy (1997) perduran como mitos que viven después de su desaparición física, personas muy dispares como la madre Teresa, el "Che" Guevara, Evita o Lady Di porque hay algo en ellas que representa a los más elevados ideales de la humanidad más allá de las características reales de esos personajes: aparecen como la encarnación de un amor supremo a los pobres, oprimidos y desamparados, posiblemente evocando la vivencia de desamparo infantil que todos hemos sufrido en la temprana infancia. Estos personajes míticos representarían además una corriente de rebeldía frente a los poderosos y al orden establecido.